viernes, 28 de marzo de 2008

ENTRE INTELECTOS

Es común entre los académicos, que atienden la escasa demanda de contenidos culturales en los medios masivos darse el lujo de la soberbia, pues para un país como México donde la población consume mayormente las ofertas banales de la televisión., sus opiniones (por el simple hecho de contar con un espacio privilegiado) se vuelven criterios absolutos para el publico. Se antojan como magos de la genialidad política, económica o histórica. Se hinchan de ínfulas.

Como rara vez comparten tribuna con otros entes dotados de ese aire de intelectualidad, que pongan en jaque las tesis que enuncian, salta para ellos como gran afrenta al honor que en medios alternos se vulneren con críticas lo que en su trabajo sienten como incuestionable. Se abre el combate desde medios impresos (pues nunca se vera en la tele) donde podemos observar “el amable duelo” no dispensado de dislates de articulistas, politólogos y otros que por casualidad se han cruzado en el fuego. Así vemos a la actriz Jesusa Rodríguez enfrentando la ambigüedad de Sabina Berman, o la jornada contra nexos de Aguilar Camin por la revisión histórica de la matanza de Acteal, mas particular es la correspondencia que mantuvieron el historiador Enrique Krauze con los caricaturistas del semanario proceso en esa misma publicación. Es por demás lamentable que personas como el mismo Krauze, recurran a frases (al referirse a los miembros de F .A. P.) como “la medida de la miseria humana”. Luís Gonzáles de Alba escribe sobre los perredistas: “se enorgullecen de su propia mierda”. Cualquiera pensaría que en estas frases se encierra el desprecio con el que se trata a las personas con posiciones diferentes. Ese tipo de exposiciones los descalifica de cualquier debate de ideas serio al tratar denigrar a aquellos que contrastan su visión